La villa también contaba con dos monasterios, el de San Lorenzo y el de San Pedro de Gumiel, este último importante núcleo fundador de la orden cisterciense. Las grandes explotaciones vinícolas pertenecían precisamente a los monasterios y por ende esta zona se desarrolla en base a ese cultivo. Siglos más tarde, este valle se convertiría en la DO Ribera del Duero.