Al pasear por sus calles, se hace patente la alargada sombra del Duque de Lerma, quien a comienzos del siglo XVII reconstruye el pueblo, a su imagen y semejanza, para crear en él una pequeña corte desde donde servir y agasajar a su rey.
Sus seis conventos de clausura, su iglesia colegial de San Pedro, el palacio ducal, la plaza mayor, el mirador de los arcos y los demás monumentos de la corte clasicista, nos traen ecos de voces del pasado y nos sumergen en el mismo corazón de la Historia de España.
En Lerma vivió el poeta vallisoletano José Zorrilla. «Catalina se llamaba la joven lermeña que me enamoró y que despertó en mí el sentimiento más fuerte de cuantos amores germinaron en mis años de juventud,» cuenta el literato que fue enviado a Lerma por su padre para cavar viñas y que terminó escribiendo una obra maestra como Don Juan Tenorio.